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Tres ciudades perfectas para descubrir los secretos mágicos de la realeza

El poder soberano de las familias reales de Europa puede ser una cosa del pasado, pero en el siglo XXI, la realeza moderna sigue lanzando un hechizo sobre los viajeros.

Explora las calles de Copenhague y el legado histórico de la realeza.

La familia real danesa es la más antigua de Europa. Seguir sus pasos es una manera entretenida de disfrutar de la relajada ciudad de Copenhague. Un buen lugar para empezar el recorrido real es el Palacio de Christiansburg, donde la, cariñosamente apodada, «Reina Margarita» presenta funciones del estado.

El Palacio Christiansborg es el hogar de tres poderes del estado en Dinamarca, en un solo edifico, único en el mundo

Los cuadros del palacio revelan cómo los miembros de la realeza danesa son una parte intrínseca de la imagen real más grande de Europa. De vuelta en la ruta turística, a bordo de una barcaza cubierta de cristal, puedes ver la fachada de granito negro de la Biblioteca Real y el Teatro Real, que fue sede de Hamlet, el príncipe más famoso de Dinamarca en su noche de apertura. Otra cosa de la realeza que no te puedes perder es el cambio de guarda en la plaza adoquinada a las afueras del elegante Palacio Amalienborg, residencia de la familia real danesa. Por último, no te pierdas las altas torres y el castillo Rosenborg de piedra roja, que alberga las colecciones reales y las joyas de la corona.

 

Las monarquías españolas siempre han dejado huella en Madrid.

Madrid cuenta con inmensa cantidad de riquezas culturales. El famoso Centro de Arte Reina Sofía, un antiguo hospital fundado por el rey Felipe II, que alberga el famoso cuadro del Guernica de Picasso, una asombrosa colección de piezas de Dalí y Miró, y exhibiciones de obras contemporáneas que se cambian cada tres meses. En el Museo del Prado, la rica historia de España se revela a través de más de 1.300 de las más grandes obras de arte de la tierra, incluyendo numerosos retratos reales y pinturas famosas de Goya, el Bosco, Rubens, Velázquez o El Greco.

Las monarquías españolas siempre han dejado huella en Madrid, como en los murales de la Plaza Mayor

No muy lejos del Prado, se encuentra el relajante parque del Retiro, antiguos cotos de caza, y un elegante jardín de inspiración francesa hoy en día, decorado con un sinfín de monarcas tallados en piedra por los artistas del siglo XVIII.

El Palacio Real es la residencia oficial de la familia real española, y todavía proporciona un dramático telón de fondo para los acontecimientos históricos. Al otro lado de la Plaza de Oriente y la estatua de Felipe IV, se encuentran los antiguos cuarteles militares y almacén de pólvora, más conocido hoy en día como el Teatro Real. Fue terminado en 1850, y a su inauguración asistió la reina Isabel II, amante de la ópera.

La Plaza Mayor, construida por el rey Felipe II, es el perfecto lugar en el que disfrutar de una cerveza fría, pero en el pasado, también fue un lugar de celebración de fiestas, mercados, corridas de toros, coronaciones y alguna ejecución por la Inquisición española.

La magia real continúa, para lanzar su hechizo sobre los visitantes de la capital del Reino Unido.

Cuando el príncipe Guillermo se volvió hacia su nueva esposa en el balcón del Palacio de Buckingham en 2011 y dijo:

«Te quiero». Fue el emocionante «y fueron felices para siempre» de un romance real que había cautivado al mundo. Hoy en día, cientos de visitantes se arremolinan alrededor de las puertas doradas del Palacio de Buckingham para fotografiar el balcón que se hizo famoso por el beso entre la tímida maestra de 19 años, Lady Diana Spencer, y su nuevo marido de 32 años, el príncipe Carlos en 1981.

La familia real en Gran Bretaña es una institución respetada y muy querida

La gigantesca estatua de la reina Victoria muestra la ruta que tomó la feliz pareja para dirigirse, en el antiguo Aston Martin del príncipe Carlos, desde la recepción de la boda en el Palacio de Buckingham hasta la residencia real de Clarence House. Al torcer la esquina de Clarence House, se encuentran las torres de ladrillos del siglo XVI del Palacio de St. James, construidas por Enrique VIII. Cerrado al público, el edificio se utiliza para temas oficiales reales.

Cerca de St. James, están los relucientes escudos de armas reales sobre algunos puntos de venta de calles tan distinguidas como St. James, Piccadilly, Jermyn Street o Pall Mall, denotando que son proveedores oficiales de la familia real. Después de una intensa tarde de mirar escaparates, es momento para un té caliente y unos scones recién horneados en el Ritz. Con sus interiores inspirados en Luís XVI, el hotel ha acogido regularmente el romance regio.

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