Descubrí mis raíces familiares europeas. Esta es una guía para que tú también puedas hacerlo.
Este es un recuerdo que nunca olvidaré. Mi hermano, mi hermana y yo éramos niños y estábamos de viaje en Suiza. Estábamos sentados cubiertos con mantas mientras el fuego crepitaba. Cada uno tenía una taza de chocolate caliente con mucha crema batida. Afuera todo estaba oscuro y cubierto de nieve. Nuestros padres y abuelos estaban sentados a la mesa, tomando Humagne Rouge, un vino local, y comiendo rebanadas de queso comté añejo. Era una tradición invernal de nuestra familia. Todos los marzos, nos reuníamos en la cabaña suiza que mis abuelos habían construido para pasar tiempo juntos esquiando, comiendo y leyendo. Hoy, ya han pasado más de cincuenta años. Cuando cierro los ojos, todavía puedo sentir el aire frío de la montaña y oír el chirrido de la puerta de madera de la cabaña al abrirse. Sin embargo, hace poco me di cuenta de que, lamentablemente, como residente y ciudadano canadiense, no me mantengo en contacto como debería con mis raíces familiares europeas. Este año, decidí que eso iba a cambiar. Esta es la historia del viaje, ¡más algunos consejos para que tú también puedas hacer lo mismo!
Suiza: la tierra donde mi familia nació
Mi relación con Suiza es muy profunda. Si bien mi padre nació en Francia, sus padres y su familia eran de Suiza. Por eso, decidí comenzar mi viaje aquí, en las montañas que me recuerdan a mi infancia con mucho cariño. El objetivo de este viaje era reconectar con Valais, el lugar de origen de mis dos abuelos paternos. Para los que no lo conocen, Valais es una pintoresca región al sudeste de Suiza conocida por su imponente belleza natural y su rica herencia cultural. Además de esquiar y comer platos deliciosos, también dediqué horas a caminar por las sinuosas calles. Esta era la tierra de mis ancestros, un lugar donde mi familia había vivido por generaciones. También descubrí nuevos detalles sobre la historia de mi familia que habían sido olvidados. Uno de estos descubrimientos ocurrió en Saxon-Les-Bains, donde me crucé con una placa dedicada a mi tatarabuelo, el fundador de un casino local. Algo incluso más conmovedor fue encontrar la iglesia en la que mis abuelos se habían casado. Al mirar en su interior, casi podía ver sus sonrisas el día de su boda.
Conociendo Croacia, otro hogar de mis ancestros
Antes de que una rama de mis ancestros se trasladara a Suiza, el lugar que llamaba hogar era Split, Croacia. (¿Se imaginan el shock de temperatura entre este paraíso costero y las heladas montañas de Valais?) Como estas personas se encuentran tan alto en mi árbol genealógico, decidí hacer una búsqueda en línea antes para tratar de conseguir algo de información. Luego de un par de horas, pude localizar la calle donde estaba ubicado el departamento de mis tatarabuelos: ul. Matice hrvatske. Por supuesto, fui inmediatamente a esa calle luego de mi viaje rápido por Suiza. De pie frente al edificio, me sentí cubierto por una ola de asombro. Era un lugar modesto, pero saber que alguna vez había sido el hogar de mis ancestros me hizo sentir una conexión muy fuerte con mi pasado. No podía evitar imaginar cómo habían sido sus vidas en esas mismas habitaciones que tenía ante mis ojos. Más tarde esa noche, cené en un restaurante local junto a muchos de los clientes regulares. Vi como conversaban y reían entre ellos. Casi podía ver a mis tatarabuelos riéndose también. Antes de que terminara la noche, les pregunté si podía tomar algo con ellos. Me recibieron amablemente y me contaron historias de este extraordinario lugar.
Vínculos maternales con la frondosa Irlanda
Desde Split, viajé a otro lugar donde tenía fuertes vínculos familiares: Irlanda, en específico Dingle en County Kerry. Mi bisabuela nació y creció en este hermoso pueblito costero. Aquí, trabajó como maestra de escuela durante la mayor parte de su vida adulta y se jubiló en la década de los 20. En Dingle, viví una de las experiencias más catárticas de mi vida adulta. Todo comenzó una mañana en la que desperté con un fuerte deseo de encontrar conexiones con la vida de mi bisabuela. Después de desayunar huevos y pan de soda en mi alojamiento ecológico, salí a la calle y comencé a caminar. Pronto noté cuántos edificios pertenecían a la época de mi bisabuela. Estaba el centro administrativo de la ciudad y había antiguos hogares de piedra y muchísimos negocios que habían sido construidos a finales del siglo XIX. De solo pensar que mi abuela alguna vez haya comprado pan en el viejo molino (que seguía en pie) o pescado en el muelle, me emocioné y me sentí conectado con el pasado. Todo esto culminó cuando me crucé con la vieja construcción de la escuela, un edificio de piedra construido en una colina con fecha de 1890. Allí era donde mi bisabuela había pasado años enseñando a los jóvenes del pueblo. Toqué la vieja puerta de madera y miré por las ventanas. Me sentí más conectado con mis raíces irlandesas que nunca antes.
Consejos: cómo descubrir tus propias raíces europeas
Ahora que conoces mi historia, ¡es hora de que vivas la tuya! Para ayudarte con eso, enumeré algunos consejos para que puedas tener un viaje igual de asombroso y redescubrir tus raíces:
- ¡La investigación es lo primero! Para comenzar, recolecta la mayor cantidad de información posible sobre la historia de tu familia. Pregúntales a los miembros de tu familia qué saben. Busca documentos como cartas o certificados de nacimiento. ¡Suelen tener pistas invaluables! Utiliza los grupos y sitios web de árboles genealógicos. ¿Sabías que la mayoría de las personas pueden encontrar detalles de su historia familiar en internet? ¡También puede pasar que te encuentres con algunos primos lejanos!
- Planifica tu viaje. Con suerte, ya tendrás una idea de dónde provienen tus raíces. Planifica tu viaje con esos países, ciudades y pueblos en mente, e intenta hacerlo en relación con los eventos locales que puedan ayudarte a conectar con la cultura de tus antepasados.
- Visita tus hogares ancestrales. Te sorprendería saber cuántas personas tienen un hogar ancestral en Europa, y no me refiero necesariamente a grandes palacios. Como sabes, yo visité el humilde departamento de mis tatarabuelos en Split. A menudo, puedes encontrar información acerca de estos hogares en los registros familiares o en los sitios web genealógicos.
- Conoce a los locales. Una vez que estés en Europa, conecta con las personas locales tanto como puedas. Si tus raíces provienen de un pueblo pequeño, puede que las personas que conozcas sean tataranietas de tus ancestros. Cuando conozcas a las personas, pídeles recomendaciones, hazles preguntas, recolecta información.
- ¡Documenta, documenta, documenta! Es esencial llevar un registro para las futuras generaciones. Toma fotografías, graba videos, escribe un diario. Tus experiencias son valiosas para tu familia en casa, tanto ahora como en un futuro.